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viernes, 23 de marzo de 2012

NUESTRAS FÁBULAS

El conejo y la liebre

Habìa un conejo que se levantaba todas las mañanas a las 7 para ir a trabajar al centro comercial (madrigueras). Ayudaba atendiendo en la hamburgueserìa, limpiaba… hacìa todo lo posible para que el centro comercial estubiera perfecto. Una mañana una liebre que estaba allì le dice :
- ¿Para qué trabajas?, se está mucho mejor haciendo el vago. El conejo lo mirò, diò media vuelta y  siguió cumpliendo su labor mientras pensaba (Pobre inocente desde luego no sabe lo que es pasar hambre). A las 10 de la noche acabò y nada màs dar una vuelta a la llave el conejo mirò  detrás y viò a la liebre tumbada encima de un cartón comiendo fruta podrida  que habìa encontrado en la basura del centro comercial. El conejo le miró asombrado y le dijo :
-¿Ya entiende por qué trabajo ?-
La liebre avergonzada de lo que había dicho antes le respondiò :
- Lo siento es que  me da vergüenza que los demàs sepan que no tengo donde dormir, que no tengo que comer, que estoy solo y angustiado .

El conejo le dijo que le darìa trabajo en el centro comercial y hasta que no cobrara le darìa de comer y un lugar dónde dormir.

La liebre aceptó y le diò las gracias con mucha emoción. .


 ESCRITA POR : 

SARAY RODRÍGUEZ GONZÁLEZ

CURSO 5º B

EL RUMOR DE LOS HUEVOS DE ORO

Un señor tenía 100 monedas de oro. Con esas 100 monedas se compró una gallina. En el establo la gallina presumía de poner huevos de oro. Ese rumor llegó a oídos del dueño, que pensó:<<Si esa gallina pone huevos de oro, sus tripas serán doradas>>.
Y el dueño entró en el establo con un cuchillo. La gallina asustada echó a correr pero la consiguió matar. En el nido observó que sus huevos eran normales. Y dijo:
Solo eran rumores. Ahora no puedo vender huevos ni comprar más gallinas.

A palabras necias, oídos sordos.
Escrita por Karina Martins. (Curso 5ºB)




EL OSITO Y LA ARDILLA.


Era una ardilla muy trabajadora y un oso muy holgazán.

Un día la ardilla madrugó mucho para picar un montón de leña, en cambio el osito se quedó durmiendo en la cama.

Cuando llegó la hora del desayuno , el osito se levantó a toda prisa a desayunar. Entonces dijo…

-¿Por qué yo no tengo desayuno y la ardilla si?

Y los vecinos le contestaron…

-¡¡¡Porque ella madrugó para ganárselo picando leña , y tú te quedaste en la cama!!!
  
Moraleja : A quien madruga Dios le ayuda.

   Escrita por : Sofía. (5º B)

















LA RANITA FAUSTINA


Hace muchos años había una ranita que tenía de todo, y era muy popular. Su “fan number one” era muy pobre y tenía pocas cosas pero valiosas, entonces la ranita llamada Faustina no quería hablar con ella, porque no era rica, y no le hacía caso.
Un día la ranita perdió todo lo que tenía porque sus padres se enfadaron con ella, pues sacaba muy malas notas. Entonces Faustina se sentía muy sola y se fue a hablar con su “fan number one”, llamada Rabina. Rabina le explicó que valía más tener pocas cosas y valiosas y cuidar lo que tienes, que no tener mil cosas y todavía querer más.
Desde entonces la ranita Faustina y la ratita Rabina siempre juegan juntas, y Faustina se lo pasa muy bien sin tener tantas cosas. Un día Faustina se encuentra con su exdiseñador de vestidos, y le cuenta que bien se lo estaba pasando. De pronto le dice su exdiseñador:
-Tengo una oferta para ti. Te volveré a hacer popular y tus padres no se enteraran.
-No.-responde ella airada- Me lo paso muy bien con Rabina, mi amiga, y ella me ha enseñado una cosa, que es que, ¡me gusta más tener amigas y jugar con ellas, que no tener amigas pero tener mil objetos!.
El diseñador se va resignado y Faustina se queda muy feliz jugando con su amiga Rabina.

                  Más vale tener pájaro en mano, que ciento volando.

ESCRITA   POR:   Lorena Lima González (Curso 5ºB)



El tucán y los cuervos
Hace  unas pocas semanas a mi amigo el tucán lo estuvieron la familia de los cuervos, unos pájaros muy malos.
Mi amigo cansado de escucharles hablar de su enorme pico empezó a insultarles a ellos. Pero no se le da nada bien ofender a la gente y ellos se reían a un más de él.
Un día harto de sus tonterías me lo contó y yo le dije:
Compañero no les hagas caso y pasa de ellos.
Desde aquel momento mi amigo cada vez que les veía se olvidaba de que estaban delante ellos, si iba acompañado hablaba y si no iba acompañado pensaba.
Al final los cuervos se cansaron insultarle y pronto le pidieron perdón por todo y ahora todos somos amigos
 Moraleja: A palabras necias oídos sordos.      
Escrita por: Mónica Fernández (5ºB)

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